Saturday, June 27, 2015

Mi experiencia en pleno ayuno del Ramadán

Hoy sábado, a 5 días de la luna llena, que marcará la mitad del mes sagrado de Ramadán, estoy cumpliendo mi primer ayuno, que es una de las prácticas más importante para los musulmanes en el Islam.

He cumplido sin problemas con el ayuno --14 horas durante el día--, del que hoy cumplo 10 días. Los más difíciles fueron los primeros cuatro días, en los cuales los dolores del hambre, llegaban a ser muy agudos. La sed no ha sido tanto problema sin embargo.

Después de esos primeros cuatro días más difíciles, la sensación más violenta de hambre a lo largo del día ha tendido a atenuarse. Mi metabolismo se ha estabilizado y no he padecido un hambre exagerada, a pesar de que las dos comidas, una de ellas al ponerse el sol y la otra antes de la salida del sol, han sido moderadas. No me he sentido muy bien cuando he llegado a hacer comidas demasiado abundantes. Así que sin duda el ayuno enseña moderación.

Está claro que privarse de cosas que uno necesita y aprecia, así sea durante un tiempo, ayuda a la reflexión. Voy a relatar, lo más objetivamente posible mi experiencia de estos 10 días respecto a los efectos en mí de este ayuno, en nombre de Dios, el clemente y misericordioso.

Al menos en mí, el efecto consistente, el cambio más notable que he notado en estos días de ayuno es que se han acentuado muchísimo mis pensamientos sobre mis propios errores, fallas, que he cometido en mi vida desde los puntos de vista moral, físico, personal e interpersonal.

Creo yo que todas las personas que tenemos un gramo de buena conciencia, nos vemos obligados de vez en cuando a hacer examen de conciencia y reflexionar sobre nuestra actuación en la vida, en las fallas, errores y hasta transgresiones que hemos cometido. Sin embargo, en este tiempo de ayuno, hay pensamientos que vuelven una y otra vez a mi mente, irremediablemente, como las olas que invaden una playa.

He pensado muchísimo, muy concentrádamente, en errores que he cometido a lo largo de mi vida, pero especialmente en tiempos recientes. Vienen a mi mente esos relatos que de vez en cuando salen en revistas o periódicos, de personas que han vivido una experiencia cercana a la muerte mayormente en el quirófano médico y cómo varias de ellas han relatado que su vida entera pasa en su memoria, muy rápidamente. Algo así me ocurre en este ayuno. No niego que me ha puesto triste y melancólico en diversos momentos, el recordar fallas morales mías respecto a mis relaciones interpersonales recientes, respecto a mi relación con el trabajo, en las relaciones con mi familia y en mi vida toda.

Todos los seres humanos somos treméndamente falibles, llenos de defectos, y aún así somos merecedores del amor de Dios y de nuestros semejantes. Nuestro verdadero propósito en esta vida es adorar a Dios y someternos a su voluntad. Sólo ahí reside el goce y una verdadera vida con sentido. Habrá quien piense diferente y es respetable.

Pienso que todas las desdichas que nos llegan a aquejar en esta vida, son en realidad producto de separarnos del camino recto señalado por Dios. De olvidarnos de él. Porque, aun las realidades duras de la vida como la pérdida, la soledad, la enfermedad, la muerte de los seres queridos, son soportables estando con Dios.





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