Sunday, July 05, 2015

El sentimiento de culpa

En estos días de mañanas soleadas y de lluvias vespertinas, con noches de luna menguante, hago la siguiente reflexión: Nunca he creído en el sentimiento de culpa que es propio de la religión cristiana. La cosmovisión cristiana empieza y termina con el sentimiento de culpa. 

Por el pecado original de Adán y Eva, todos los seres humanos estamos condenados, es por eso que Jesucristo vino a "salvarnos". 

¿Hay una alternativa a esa interpretación de la expulsión del Paraíso? Puede ser que sí. La historia de Adán y Eva ilustra en realidad la gran dificultad del hombre de obedecer a Dios, aunque el obedecerlo pareciera, por sentido común, lo mejor para nosotros mismos.

En lo personal, pienso que la tarea de la religión debe ser distinta a la de cargar al hombre con un sentimiento de culpa. Como traté en mi post anterior, para el Islam, la historia de Adán y Eva no es interpretada como el origen o explicación del "pecado original". Es decir, a diferencia de la visión en el cristianismo, los seres humanos no somos "seres caídos en el pecado".

Simple y sencillamente, somos creaciones de Dios, hechos a su imagen y semejanza, es decir, somos seres libres, capaces de crear, de tomar decisiones, de acuerdo a nuestra propia capacidad. Somos enteramente libres, autónomos, ¡Qué alegría¡ ¿No es así? Qué visión de las cosas tan diferentes del pensarnos como seres "caídos" en el pecado.

A pesar de ser seres libres, Dios no nos ha dejado solos. Dios nos ha dado una serie de mandatos, contenidos en la mayoría de las religiones. El mandato principal, el más importante, es seguir el camino señalado por Él.

Alejarse o acercarse a Dios, esa es la cuestión.

Todas las vidas humanas, todas y cada una de las vidas de los miles de millones de seres humanos que hemos existido en la historia del mundo, se resumen en historias individuales del esfuerzo por cumplir la voluntad divina. Algunos claudican en ese esfuerzo, algunos claudicamos o vacilamos en algún punto del camino.

Pero no podremos pensar eso si seguimos pensando que el hombre es un "ser caído en el pecado", o que Dios es un ente celoso del ser humano, y que contiene maldad. 

La verdadera entrega y sumisión al creador, el clemente y misericordioso, es lo único que puede dar sentido a nuestras vidas y llevarnos a experimentar otro tipo de vida, muy diferente al tipo de vida que los seres humanos, en soledad, hemos trazado y hemos sido capaces de concebir.

La vida espiritual, la vida en el camino recto no es algo reservado a los sacerdotes, a los monjes, ni a los así llamados "santos" de la Iglesia. Es un camino que todos deberíamos experimentar. Tampoco es exclusivo de personas de mayor edad o ancianos. Todos, desde jóvenes, desde niños, deberíamos conocer el verdadero amor y la misericordia de nuestro creador.

¿Y EL PECADO?

No podemos andar por la vida sintiéndonos culpables por tener pensamientos "impropios" o "pecaminosos". Dios no castiga a nadie por tener pensamientos de cualquier tipo: pueden ser pensamientos de odio, de deseo sexual, de ira y/o destrucción. Como seres humanos, seres creados e imperfectos, llevamos una inclinación hacia la maldad. Sino fuera así, no estaríamos equipados para tomar nuestras propias decisiones.

Sin embargo, Dios no castiga a nadie por tener pensamientos. Lo importante es no actuar en consecuencia de pensamientos malos.

Por otro lado, el castigo por caer en el pecado viene por sí sólo. Cuando alguien actúa mal, cuando una persona miente, roba, destruye, mata, engaña, hace mal uso de su sexualidad, abusa de los placeres, hay un castigo que no necesariamente tiene que ser divino. Cuando una persona actúa mal, por ejemplo, haciéndole daño a otra persona --mintiendo, robando, matando etc.--- el infractor debe cargar con las consecuencias de sus crímenes, ya sean estas consecuencias enfrentar a la justicia humana, o estar huyendo toda la vida. Incluso las infracciones menores --mentir en cosas "sin importancia", robar "poquito", lastimar etc.-- acaban por revertirse al infractor. 

Así que actuar con maldad tiene consecuencias morales, legales e incluso físicas, que el infractor debe de enfrentar. Incluso si el infractor cree haber podido escapar al castigo, existe sin duda un tipo de justicia que actúa a través del tiempo.

¿Está Dios involucrado en hacer justicia, es decir en castigar a los infractores? Seguramente sí, porque eso es lo que dicen los libros sagrados. Además, ¿Cómo saber si a la hora de la muerte hay que rendir cuentas de todo lo que hemos hecho? ¿Tú te arriesgarías?

Pero Dios no desea que hagamos el bien sólo por el miedo al castigo, sino por la recompensa, que es el placer de amar y ser amados por el señor del universo, aquí y ahora, y no en algún momento intpdeterminado, en algún futuro que no existe.


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