Saturday, August 01, 2015

La neurosis de Occidente

Llamamos Occidente a las culturas que son herederas directas de la cultura greco-romana y del cristianismo --ésta religión nació como un culto de habla griega, aunque abreva de los antiguos textos sagrados hebreos--. Es decir, básicamente estamos hablando de Europa y de las colonias que sus naciones prohijaron y que hoy son naciones independientes, en su mayoría.

Si aceptamos esta definición, entonces México es una país Occidental, aunque con sus particularidades culturales. México es hijo de España y de las culturas mesoamericanas, pero nuestra principal influencia como nación moderna proviene del cristianismo --catolicismo-- español. Gran parte de su historia es la gran conversación entre el cristianismo y las ideologías laicas de origen europeo. Y más recientemente, tenemos una gran influencia de la cultura y visión del mundo propia de los Estados Unidos de América, que por supuesto también es una cultura Occidental.

Europa, como madre cultural de todo Occidente, tiene ciertamente una gran influencia de las culturas Orientales --me refiero a las culturas del Islam, del hinduísmo y las corrientes espirituales chino-japonesas--, que sin embargo llegan atenuadas al Nuevo Mundo, el cual es plenamente Occidental, aunque con influencias de culturas autóctonas.

Occidente ha logrado construir naciones en donde reina la paz --entendida como la ausencia general de guerra o conflictos armados--, y una prosperidad que tiende a crecer. Otro de los valores queridos y cuidados en Occidente, es el de la libertad individual, la cual está plasmada en las leyes de casi todos los países occidentales.

Hay muchas cosas por las que los occidentales podemos sentirnos orgullosos y aliviados por vivir en un mundo donde la prosperidad es mayor que en ningún momento de la historia, y donde reina la paz general, a más de las libertades de creencia, asociación, negocios, de expresión y de pensamiento. 

Sin embargo, existe un ámbito en donde Occidente flaquea y ese es el ámbito de la satisfacción de los individuos con sus vidas personales, y en la relación con sus comunidades.


NEUROSIS

¿Qué es la neurosis? Para decirlo de forma sencilla, definamos neurosis como un término genérico para nombrar una serie de padecimientos psico-físicos que son producto de un desequilibrio general en la forma de vivir cotidianamente.

Los occidentales, en todos ámbitos pero muy especialmente en entornos urbanos, vivimos vidas cada vez más largas, con posibilidades de hacerlo con salud general; tenemos tiempo libre razonablemente desahogado y por lo mismo, se nos plantea la pregunta de cómo debemos vivir.

La vida moderna en países como México, en lo que atañe a la vida de los individuos, es una vida de apariencias, de adquisiciones, de materialismo y sobre todo, de separación y fragmentación de todo lo que significa vivir.

En la batalla diaria por ganar el sustento, en todos lugares de este nuestro mundo, lo primero que se nos exige a las personas, de forma tácita pero contundente, es cuidar nuestra imagen y nuestras apariencias. Debemos aparentar que somos sabios, experimentados, talentosos, exitosos, aunque en el fondo nos estemos muriendo de angustia e inseguridad. El culto al ego se ha metido en nuestras mentes y hoy ya es segunda naturaleza para la mayoría. Esas apariencias, debidamente guardadas y mantenidas deben, idealmente según este estilo de vida, ser complementadas con logros materiales claros. Es decir, el ego de cualquier persona vale más, ante sí misma y ante los demás, no sólo si da las apariencias adecuadas, sino si alcanza su mayor símbolo de prosperidad y éxito que consiste  en poseer cosas materiales, en una cantidad y una calidad que debe ser grande y mayor, lo más grande posible. Por adquisiciones materiales nos referimos a objetos o bienes muebles e inmuebles, pero también al disfrute de diversos placeres, entre más frecuentes e intensos mejor, pero ademas nos referimos a relaciones con personas acaudaladas. Las relaciones personales-profesionales en Occidente podrían bien tasarse a cierto valor y precio, pues así es como en realidad las valoramos.

Todo esto se da en una vida que tenemos debidamente compartimentada. La persona humana, en este nuestro mundo moderno, tiende a fragmentarse, o más bien a fragmentar su personalidad, pues tiene que lidiar con su vida familiar, su vida laboral y profesional, su vida social, y en ciertos casos, su vida religiosa o espiritual. Por lo general estas esferas no se tocan entre sí, ni existe un punto de referencia común para todas estas esferas de la vida.

Existen por supuesto intentos por subsanar esta carencia de conexión entre las diferentes esferas de las vidas de los individuos. Hoy en día, hay terapias físicas y psicológicas, regímenes alimenticios y filosofías que claman ser "holísticas", es decir que buscan ser integradoras de la personalidad y la vida de las personas. Pero la realidad es que los Occidentales tendemos a vivir vidas fragmentadas. Por ejemplo, una persona puede practicar su religión, pero después, es muy difícil para tal individuo llevar su experiencia religiosa a su esfera laboral, o comunitaria, por ejemplo. El individuo tiene que amoldarse a valores diferentes en su vida familiar, en la vida laboral y en la vida religiosa, si es que quiere vivir sin demasiados sobresaltos. Ninguna de estas esfera se toca, generalmente hablando. Y quien desee llevar por ejemplo, sus experiencias espirituales a su vida profesional, se arriesga a ser tratado como un contestatario o una persona "anti-sistema".

Hay en la existencia humana experiencias que yo llamo "integradoras", es decir que tienden a integrar o unir todos los aspectos de la vida individual y comunitaria. Expongo algunas de estas experiencias integradoras:

  • El enamoramiento o el amor romántico
  • Los movimientos políticos auténticos
  • Las guerras
  • La experiencia espiritual.

Se podrían escribir y se han escrito libros, bibliotecas enteras sobre estas experiencias integradoras. En este post me concentraré en la experiencia espiritual. La muerte, la enfermedad, pérdidas de seres queridos son algunas experiencias que pueden llevar a algunas personas a plantearse la necesidad de enfocarse en una vida espiritual.

La experiencia de la adoración a Dios es una fuerza integradora por excelencia. Pero el camino a seguir en este caso no está exento de dificultades. Son muchos los obstáculos que enfrenta el hombre para vivir una vida plena. Como decía, en Occidente, generalmente se nos exigen "jugar roles", vivir con caretas para asumir las distintas partes de nuestras vidas. No hay nada malo en "jugar" diferentes papeles en la vida. El problema llega cuando la persona debe conducirse con sistemas de valores distintos para cada una de las esferas de la vida. Muchos psicólogos tienen un nombre para llamar a la capacidad de la persona de conducirse con los mismos valores en todas esferas de su vida: esa palabra es "integridad".

Sin embargo, lograr esa "integridad" no es únicamente cuestión de fuerza de voluntad, aunque por ahí debe empezar todo intento por lograrla. Lograr una vida integrada, honesta ante sí mismo y ante los demás, conectada por valores que sean aplicables a la vida como una unidad es una acción que se topa con obstáculos muy duros y de consideración.

Es allí donde la experiencia espiritual, y en particular la adoración a Dios cobran muy especial importancia. Seguiremos hablando sobre esto en futuros posts.


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