Friday, September 04, 2015

TODO, EN VERDAD TODO, SE ENCUENTRA EN LA ESCRITURA DE DIOS

Siguen los días nublados y con lluvia. ¡Cómo recuerdo el septiembre de hace un año, de tardes soleadas y noches sin lluvia! Ojalá así vuelva a estar este mes conforme se acerca la Fiesta Patria.

Escribo hoy una anécdota sobre mi estudio de lo espiritual, el cual emprendí a partir del segundo trimestre del año, a raíz de una serie de problemas, fracasos personales que me llevaron a pensar sobre qué estaba haciendo con mi vida, cuyo resultado fue mi abrazo a la fe. 

En mi post anterior narré brevemente un aspecto de mi encuentro citadino con una mujer testigo de Jehová. Para mí, dicho encuentro fue instructivo por varias razones. Ciertamente no me dejó dicho encuentro un buen sabor de boca. No deseo denostar al grupo religioso referido, sin embargo, referir esta conversación o discusión, me sirve de pretexto para tratar un par de temas que me interesan.

Decía yo en mi post de ayer que la semana pasada me acerqué a un puesto o exhibidor de literatura de los Testigos en una calle del Centro del DF, por lo que una testiga se me acercó y tuvimos una conversación que comenzó bien, pero en un punto de la plática yo mencioné que recientemente había abrazado la fe (el Islam), y que había yo leído en el Corán que judíos, cristianos y musulmanes en realidad somos hermanos. Al escuchar la palabra "Corán", la testiga cambió su actitud hacia mí y cuestionó mis creencias, lo cual no es correcto, sino que se trata de una actitud de mal gusto y que no es conveniente por ningún motivo.

Si revisamos cualquier manual de estilo y buenas maneras, e incluso si apelamos al simple sentido común, verán ustedes que nunca es aconsejable cuestionar las creencias --sobre todo  en política y religión --- de nuestro interlocutor, a menos que el motivo del encuentro sea expresamente debatir tales temas. Contrario a lo que mucha gente piensa SÍ es posible llevar una conversación sobre política y/o religión, en los aspectos que se tienen en común con nuestro interlocutor, pero repito es de mal gusto cuestionar las creencias de la persona con quienes estamos conversando.

Claro, yo sé que los testigos de Jehová (TJ) cuando andan de "ministerio", son entrenados para polemizar y responder a cualquier comentario de las personas con las que tratan, y consideran que todo comentario que no está acorde a las creencias de los TJ es una "objeción" a la prédica "testigojehovaista". Una persona verdaderamente espiritual, en mi opinión, evita como objetivo estar ganando discusiones, pero en fin, ese es su estilo.

Sin que yo cuestionara su fe, simplemente mencioné mis propias creencias y, como ya dije, mencioné un aspecto en el que, según mi opinión, ambos credos coinciden. De pronto, mi amiga testiga me cuestionó: "A ver, a ver, ¿quién escribió el Corán?". Un tanto sorprendido por la pregunta, la respondí: "el profeta Muhammed" (la paz sea con él). Entonces me vuelve a cuestionar la testiga: "A ver, dígame, ¿Y esa persona, está en la Biblia?. No está en la Biblia, si proviniera de Dios estaría en la Biblia" (entiendo yo que como profecía).

Dichas preguntas son la parte que según mi punto de vista son de muy mal gusto. Es como si yo estuviera conversando con un católico, quien menciona la Santísima Trinidad y yo le digo: "A ver, pero eso de la Trinidad, ¿Dónde se menciona en la Biblia?". Como si esa pregunta viniera al caso, siendo que independientemente si se menciona o no en la Biblia, la creencia en la Trinidad es algo que sostienen muchísimas personas en el mundo, lo cual es muy respetable.

En mi conversación con la testiga, traté de no entrar en polémica, sin embargo me empecé a sentir incómodo porque mi intención al acercarme a conversar no era polemizar, sino intercambiar puntos de vista. Me doy cuenta que es muy difícil intercambiar puntos de vista con personas entrenadas en las "ventas espirituales". Pronto di por terminada la conversación, amablemente.

Sin embargo, me quedé pensando en una de las preguntas de la testiga: "¿Dónde se menciona a Muhammad y al Islam en la Biblia?". No soy experto por supuesto en la Escritura así que no hubiera tenido una respuesta en ese momento. Sin embargo, algunos días después de reflexión y de lectura bíblica di con la respuesta: ¡El surgimiento de la fe transmitida por Muhammed sí está en la Biblia!.

TODO ESTÁ EN LOS LIBROS SAGRADOS

En el libro del Génesis se cuenta la historia de Abraham (la paz sea con él), el famoso patriarca, el profeta que es considerado el padre de TRES grandes religiones: el judaísmo, el cristianismo y el islam.

Cuenta la historia, que seguramente conocen los lectores de este Blog, que Dios hizo un pacto con Abraham, prometiéndole que su descendencia sería "tan numerosa como las estrellas", y que él sería el padre, o ascendiente de grandes pueblos. Abraham o Abram agradeció infinitamente a Dios sin embargo cayó en cuenta que ya era un hombre muy viejo --me parece que alrededor de 80 años de edad--, y su esposa también era mayor, y que al momento no habían podido tener hijos, razón por la cual veía difícil que llegara a ser padre de grandes pueblos.

Intentando resolver el problema de la edad, y sabiendo que era su esposa Sarai --o Sarah-- quien era estéril, ambos acordaron que Abraham tendría un hijo con su esclava egipcia, de nombre Hagar --¡esas costumbre antiguas de Oriente!--. Pues bien, en efecto Hagar queda embarazad de Abraham, pero, a fin de cuentas seres humanos, las relaciones entre Hagar y Sarah se comienzan a tensar, por lo que esta última, siendo la ama, despide a Hagar, quien vaga sola y embarazada por el desierto. Con un hijo en sus entrañas, su destino seguro era la muerte, pero Dios tenía otros planes.

El espíritu de Dios se le aparece a Hagar en el desierto y le ordena que regrese a la casa de sus amos, pues va a dar a luz a ese hijo que lleva dentro de sí, quien tendrá la bendición divina y quien, según Dios mismo anuncia, será el padre "de una gran nación".

Así que Hagar regresa, y es recibida por los viejos patriarcas, quienes finalmente acogen al hijo de la esclava, a quien ponen por nombre Ishmael.

Tiempo después del nacimiento de Ishmael, Dios concede a Abraham y a Sarah el poder de concebir y dar a luz a un niño, quien nace y a quien ponen por nombre Isaac. Como se sabe, este niño lleva la bendición divina para ser el heredero del pacto de Abraham con Dios, y eventualmente será el ascendiente del pueblo judío y de su linaje de favorecidos de Dios, que, para los cristianos, culmina con la llegada de Jesucristo.

Esa es una de las más famosas historias del libro del Génesis. Ahora bien, ¿Por qué digo que Muhammed y el Islam están en la Biblia? Pues, porque los hechos están ahí, para quién los quiera ver. Se sabe que Ishmael, según la tradición, es el padre de varios pueblos, uno de los más notorios de los cuales es el pueblo árabe, de habla semita y en efecto, pueblo hermano del pueblo judío.

Resulta que el pueblo árabe fue por muchísimos años habitante de los desiertos de Arabia y de Medio Oriente, dividido en tribus, guardando una cultura oral y un legado que le deparaba a la historia universal una gran sorpresa. El pueblo árabe nunca fue una gran nación, es decir, nunca hasta que apareció Muhammed (la paz sea con él) y les transmitió el Corán, que contiene la fe que la mayoría de dicho pueblo ha seguido desde entonces.

Por la acción profética, militar y cultural de Muhammed, en el nombre de Dios, el compasivo, el misericordioso, las tribus árabes se unieron políticamente y en relativamente poco tiempo configuraron una gran nación que aún hoy abarca una parte considerable del mundo. Si a los árabes étnicos le añadimos a todos los demás pueblos que han abrazado el islam, tenemos, al día de hoy, una nación espiritual de 1,200 millones de personas. ¿Se cumplió la profecía bíblica? ¿Llegaron a constituir los descendientes de Ishmael una gran nación? La respuesta está en los hechos. Y como vemos, esta gran nación nació a partir del legado divino que fue el libro del Corán y la fe, que es en realidad la misma fe de Abraham.

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En el nombre de Dios, el clemente, el misericordioso - بِسْمِ اللهِ الرَّحْمٰنِ الرَّحِيْ

La paz de Dios sea contigo - السلام عليكم

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