Carlyle
El filósofo, escritor, historiador británico Thomas Carlyle (1795 – 1881) es autor de un interesante y ameno libro titulado "De los héroes", en el que ilustra y expone su teoría de que la historia de la humanidad no es otra cosa sino la historia de los grandes hombres, es decir de sus héroes.
Su libro se compone de seis conferencias, en las que Carlyle cuenta seis historias de grandes hombres. Solo comento al margen que faltan mujeres; yo hubiera incluido, de menos a Juana de Arco y a Isabel I, fácil hubiera el podido incluir seis mujeres y seis hombres, pues abundan ejemplos de ambos, pero la equidad de género no era tema en una época en la que por cierto, pareciera que todo estaba impregnado de romanticismo.
La segunda de las dichas seis conferencias está dedicada al profeta del Islam, Muhammed, la paz sea con él, bajo el título "El héroe como profeta". Aquí algunos fragmentos de la traducción al español:
"Que Dios es grande, no habiendo nada más; (...) El es real; que Él fue quien nos creó; que Él es quien nos sustenta; que somos su imagen como lo son todas las cosas; somos vestidura transitoria que vela el Eterno Esplendor. ¡Allah akbar! ¡Dios es grande! y luego el Islam; que debemos someternos a Dios; que toda nuestra fuerza reside en nuestra resignada sumisión a Dios; ocurra lo que ocurra, tanto en este mundo como en el otro. Lo que nos envía, aunque fuere la muerte, o algo peor que ella, es lo mejor para nosotros, resignándonos a su voluntad. '¿No vivimos todos en el Islam, si es esto Islam?', inquiere Goethe. Sí; todos los que tienen por norma la moral, todos vivimos así. Siempre fue gran sabiduría no sólo someterse a la Necesidad, porque ésta obliga a someterse a ella, sino saber y creer que lo más severo que ordene la Necesidad es lo más prudente, lo mejor, lo que precisamos. Cesemos en la frenética presunción de escrutar en este Mundo de Dios con nuestro pequeño cerebro, reconociendo que hay una Ley justa, aunque esté lejos de nuestras luces, que su espíritu es Dios; que como parte hay que conformarse a la Ley de Todo, acatándola en silencio, sin discutirla, obedeciendo sin titubear".
"Afirmo que ésta es la única verdadera moralidad conocida. El hombre es justo e invencible, virtuoso, va camino de segura conquista precisamente cuando se une a la grande y profunda Ley del Mundo, a pesar de todas las leyes superficiales, apariencias temporales, cálculos de beneficios y pérdidas; sale victorioso cuando coopera con esta Ley central, no de otro modo, y la primera probabilidad de cooperación, de estar en vías de ello, está en que su alma reconozca su existencia, que es bien y sólo bien. Éste es el espíritu del Islam, siendo también el del Cristianismo. (...) También el Cristianismo manda ante todo resignación a Dios. No hay que fiarse de la carne y la sangre, prestar oídos a la vana cavilosidad, fútiles pesares y deseos: saber que nada sabemos; que lo peor y más cruel a nuestros ojos no es lo que parece; que debemos aceptar lo que nos ocurra como enviado por Dios, diciendo: Esto es bueno y conveniente, Dios es grande, y aunque me quitase la vida, confiaría en Él, El Islam significa a su modo, abnegación, Renunciación al Yo. Ésta es la suprema sabiduría que el cielo reveló a la Tierra."
Muhammed dijo varias veces con impaciencia: No puedo hacer milagros, soy Predicador, encargado de difundir esta doctrina entre los hombres. No obstante, el mundo fue siempre para él un gran milagro. Mirad el mundo, decía, ¿no es obra maravillosa de Allah, signo para vosotros, de no estar ciegos? La Tierra la creó Dios para vosotros indicándoos el camino; podeís vivir en ella, recorrerla. Las nubes que cubren la seca comarca de Arabia son maravillas para Muhammed, que dijo: ¿De dónde venís? grandes nubes nacidas en el profundo regazo de la Elevada Inmensidad? Planean como grandes monstruos negros, que vierten lluvia que vivifica la mortecina tierra, alimentan los manantiales, las altas palmeras con sus racimos de dátiles. ¿No es eso otro signo? Allah creó también los rebaños, seres mudos y útiles, que truecan la broza en leche; os vestís con la lana de esas criaturas que llegan al caer la noche a vuestra morada, siendo créditos para vosotros. Habla de los navíos, diciendo: Son grandes montañas que se mueven, extendiendo sus alas de lienzo; que saltan sobre las aguas impulsadas por el viento celeste, deteniéndose algunas veces porque Dios lo refrena y quedan inmóviles sin poder avanzar. ¿Milagros? ¿Qué milagros quereis? ¿No sois vosotros un milagro? Dios os hizo, formándoos de un trozo de arcilla. Pequeños fuimos; hace unos años no existíamos; somos bellos, fuertes, inteligentes, nos compadecemos mutuamente. Allah pudiera haberos creado sin que os compadeciereis unos de otros, ¿qué hubiera ocurrido entonces?."