Saturday, July 18, 2015

Carlyle

El filósofo, escritor, historiador británico Thomas Carlyle (1795 – 1881) es autor de un interesante y ameno libro titulado "De los héroes", en el que ilustra y expone su teoría de que la historia de la humanidad no es otra cosa sino la historia de los grandes hombres, es decir de sus héroes. 

Su libro se compone de seis conferencias, en las que Carlyle cuenta seis historias de grandes hombres. Solo comento al margen que faltan mujeres; yo hubiera incluido, de menos a Juana de Arco y a Isabel I, fácil hubiera el podido incluir seis mujeres y seis hombres, pues abundan ejemplos de ambos, pero la equidad de género no era tema en una época en la que por cierto, pareciera que todo estaba impregnado de romanticismo.

La segunda de las dichas seis conferencias está dedicada al profeta del Islam, Muhammed, la paz sea con él, bajo el título "El héroe como profeta". Aquí algunos fragmentos de la traducción al español:

"Que Dios es grande, no habiendo nada más; (...) El es real; que Él fue quien nos creó; que Él es quien nos sustenta; que somos su imagen como lo son todas las cosas; somos vestidura transitoria que vela el Eterno Esplendor. ¡Allah akbar! ¡Dios es grande! y luego el Islam; que debemos someternos a Dios; que toda nuestra fuerza reside en nuestra resignada sumisión a Dios; ocurra lo que ocurra, tanto en este mundo como en el otro. Lo que nos envía, aunque fuere la muerte, o algo peor que ella, es lo mejor para nosotros, resignándonos a su voluntad. '¿No vivimos todos en el Islam, si es esto Islam?', inquiere Goethe. Sí; todos los que tienen por norma la moral, todos vivimos así. Siempre fue gran sabiduría no sólo someterse a la Necesidad, porque ésta obliga a someterse a ella, sino saber y creer que lo más severo que ordene la Necesidad es lo más prudente, lo mejor, lo que precisamos. Cesemos en la frenética presunción de escrutar en este Mundo de Dios con nuestro pequeño cerebro, reconociendo que hay una Ley justa, aunque esté lejos de nuestras luces, que su espíritu es Dios; que como parte hay que conformarse a la Ley de Todo, acatándola en silencio, sin discutirla, obedeciendo sin titubear".

"Afirmo que ésta es la única verdadera moralidad conocida. El hombre es justo e invencible, virtuoso, va camino de segura conquista precisamente cuando se une a la grande y profunda Ley del Mundo, a pesar de todas las leyes superficiales, apariencias temporales, cálculos de beneficios y pérdidas; sale victorioso cuando coopera con esta Ley central, no de otro modo, y la primera probabilidad de cooperación, de estar en vías de ello, está en que su alma reconozca su existencia, que es bien y sólo bien. Éste es el espíritu del Islam, siendo también el del Cristianismo. (...) También el Cristianismo manda ante todo resignación a Dios. No hay que fiarse de la carne y la sangre, prestar oídos a la vana cavilosidad, fútiles pesares y deseos: saber que nada sabemos; que lo peor y más cruel a nuestros ojos no es lo que parece; que debemos aceptar lo que nos ocurra como enviado por Dios, diciendo: Esto es bueno y conveniente, Dios es grande, y aunque me quitase la vida, confiaría en Él, El Islam significa a su modo, abnegación, Renunciación al Yo. Ésta es la suprema sabiduría que el cielo reveló a la Tierra."

Muhammed dijo varias veces con impaciencia: No puedo hacer milagros, soy Predicador, encargado de difundir esta doctrina entre los hombres. No obstante, el mundo fue siempre para él un gran milagro. Mirad el mundo, decía, ¿no es obra maravillosa de Allah, signo para vosotros, de no estar ciegos? La Tierra la creó Dios para vosotros indicándoos el camino; podeís vivir en ella, recorrerla. Las nubes que cubren la seca comarca de Arabia son maravillas para Muhammed, que dijo: ¿De dónde venís? grandes nubes nacidas en el profundo regazo de la Elevada Inmensidad? Planean como grandes monstruos negros, que vierten lluvia que vivifica la mortecina tierra, alimentan los manantiales, las altas palmeras con sus racimos de dátiles. ¿No es eso otro signo? Allah creó también los rebaños, seres mudos y útiles, que truecan la broza en leche; os vestís con la lana de esas criaturas que llegan al caer la noche a vuestra morada, siendo créditos para vosotros. Habla de los navíos, diciendo: Son grandes montañas que se mueven, extendiendo sus alas de lienzo; que saltan sobre las aguas impulsadas por el viento celeste, deteniéndose algunas veces porque Dios lo refrena y quedan inmóviles sin poder avanzar. ¿Milagros? ¿Qué milagros quereis? ¿No sois vosotros un milagro? Dios os hizo, formándoos de un trozo de arcilla. Pequeños fuimos; hace unos años no existíamos; somos bellos, fuertes, inteligentes, nos compadecemos mutuamente. Allah pudiera haberos creado sin que os compadeciereis unos de otros, ¿qué hubiera ocurrido entonces?."

Tuesday, July 14, 2015

Mi experiencia religiosa

Días de verano, como deben ser, calurosos, de noches cálidas, de luna menguante. A pocos días de que termine el mes sagrado del Ramadán, pienso por supuesto en mi experiencia religiosa. Por primera vez en mi vida, practico consistentemente una religión, esforzándome en hacerlo como debe ser, entregándome a la práctica espiritual, así sea con mis propias limitaciones y mi ignorancia.

Debo decir que ha sido la mejor experiencia de mi vida. Yo solía despreciar a la religión, porque no la comprendía. Ha sido el Islam el que me ha acercado a la experiencia de percibir a Dios, por lo cual estoy sumamente agradecido, con la vida, con el mismo creador, el clemente y misericordioso.

Hago una reflexión sobre la experiencia religiosa. 

EL RITO

Todas las religiones tienen un ritual, de una forma u otra. Los católicos, entre otros ritos, toman el pan y el vino que contienen el cuerpo y sangre de Cristo; algunos grupos protestantes practican sus cánticos e imaginan cómo desciende sobre ellos el espíritu santo; los hindúes se bañan en el río Ganges sagrado; los musulmanes oramos a Dios, de una manera específica, a ciertas horas del día, etcétera.

El objetivo del ritual es la adoración, la adoración a Dios, según lo concibe cada religión. El efecto más inmediato en el practicante es el olvido de sí mismo. Todo ritual religioso es un acto dedicado a Dios.

En nuestra vida moderna, todo lo que hacemos suele estar dedicado a nosotros mismos, o a nuestros seres queridos. Lo cual es valioso y necesario, pero llega a ser excesivo. Las 24 horas del día solemos estar ocupados, dedicados y atentos a nuestras propias vidas. Alimentarnos, trabajar para ganar dinero, tomar cursos, estudiar, leer, divertirnos, "superarnos", todo con el fin de edificarnos a nosotros mismos. Pero haré una pregunta a mis queridos lectores ¿No llegan ustedes a sentirse demasiado ocupados en sí mismos? A pesar de que nuestras acciones en favor de nuestras propias vidas, aun de nuestros seres queridos, llevan todas las buenas intenciones, ¿No siente usted que es demasiado estar ocupado las 24 horas en sí mismo, en sus necesidades, en sus anhelos, en sus intereses, en su satisfacción? En mi opinión, es demasiado.

En lo personal, llega un momento en que no me soporto a mí mismo, en que quisiera olvidarme de mi vida. Uno puede intentar las drogas, los excesos, los placeres, con el fin de olvidarse por algunos momentos de sí mismo. Pero decididamente no es suficiente, ni es por supuesto un camino aconsejable.

Para mí, esto me lo  ha dado la religión: la oportunidad de olvidarme de mí mismo, de ocupar ciertos momentos de mi vida cotidiana, para, de forma muy seria, dedicarlos a la adoración de Dios, del creador. Cuando empiezas a practicar en serio una religión, pareciera que no pasa nada, sin embargo --ha sido mi caso-- conforme pasa el tiempo --en mi caso algunos meses--, te vas dando cuenta de qué se trata.

Al momento del rito, pues, todo queda de lado para adorar a Dios. En ese momento no importan mis problemas, no importa si tengo dolor de cuello, si mi trabajo no me gusta, si no tengo tanto dinero como quisiera, si mis seres queridos tienen sus problemas.... todo eso queda suspendido, olvidado, al menos por ese momento, ya que ese momento pertenece a Dios. Y la realidad, es que la disciplina espiritual de la adoración a Dios, te va cambiando la perspectiva de la vida, y de tu papel en ésta.

LA FE

He descartado en definitiva, totalmente, la sola idea de que la fe que me ha tocado, sea la única verdadera, y que todos quienes no creen lo que yo, están condenados. Realmente no lo sé, no me corresponde a mí determinar eso. Pienso que por alguna razón existen muchas formas de acercarse a Dios, el clemente, el misericordioso. No sé si todas sean valiosas ante Sus ojos. Sin embargo, no es algo que yo deba decidir, ni siquiera pensar.

Pero lo que sí sé es que existe un creador, y ese creador es real. Existe. Pero existe fuera de mí. No comparto la creencia de que Dios está DENTRO DE MÍ. Cosa esta última que es evidente que forma parte de las creencias de mucha gente. Es decir, muchas personas creen que de alguna forma los seres humanos somos divinos, o que Dios puede "entrar" en nosotros a través de diversas maneras, según diferentes credos, que no detallaré aquí.

En el Islam, y me parece que también en la religión judía, Dios es el creador del universo, de todo cuanto existe, y es un ser que no podemos llegar a conocer; su esencia y su forma son misterios. Y ciertamente, toda la creación de Dios, es eso, una creación, que no forma parte de Dios. Por lo tanto, los hombres, los seres humanos, NO formamos parte de Dios, ni de ninguna manera somos divinos.

Sin embargo, Dios tiene a los seres humanos en un lugar muy especial. Además de que así lo dicen los libros sagrados, pensemos ¿Por qué habría Dios de dotar a los seres humanos de voluntad, razón, capacidad creativa y capacidad de decidir su propio camino? Dice la Biblia, "A su imagen y semejanza los creó, macho y hembra los creó", al referirse al hombre.

Hay personas que no creen en Dios, o dicen no hacerlo. Algunas de esas personas que dicen no creer en Dios son buenas personas, otras no tanto. Así como hay personas que se dicen religiosas pero que son malas personas, mientras algunas otras son ciertamente buenas. Hay de todo, pero mientras el ser humano no derrote a la muerte --y seguramente nunca lo hará-- , la idea de Dios siempre estará allí, disponible para quien decida acercarse.

Ciertamente Dios ama a todas sus criaturas, pero muy especialmente al hombre, su máxima creación en la naturaleza. Dios nos creó pero no nos dejó solos por ahí, sin guía ni cuidado. Dios se ha comunicado con los hombres y les ha señalado un camino para el buen vivir, para ser felices. ¿Cuál es ese camino?

LA MORALIDAD 

Desde mi punto de vista es muy sencillo. El papel del ser humano en esta vida es seguir el camino trazado por Dios, sin importar qué religión nos haya tocado practicar. Y es realmente sencillo: el camino trazado por Dios es hacer el bien, ser buenas personas y evitar el mal, e incluso, combatir el mal.

En primer lugar, tenemos aquello que se llama la moralidad privada, es decir, hacer el bien en nuestra vida personal y en nuestro entorno inmediato: seguir los 10 mandamientos, practicar el respeto hacia todas las personas y hacia la naturaleza, practicar el amor verdadero. Esforzarnos por ser personas justas, verdaderas, nobles, a la altura del creador nuestro. Asímismo, consiste en ser generosos, en hacer obras buenas que agraden a Dios. "Dios ama a los que obran el bien", dice el Corán.

En segundo lugar, tenemos la moral pública. Esta moralidad pública tiene que ver, desde mi punto de vista, con una frase pronunciada por Martin Luther King, el político estadounidense asesinado en 1968:  "No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena". Aquí vale la pena recordar que, en el caso del islam, el creyente está obligado a tomar como ejemplo la vida del profeta de Dios, Muhammed, (la paz sea con él). Pero también de Jesucristo y de los demás profetas. Muhammed, Jesucristo y los demás profetas tenían todos diferentes personalidades y formas de actuar, sin embargo, todos tuvieron en común que no limitaron su acción a su círculo personal y familiar. Ellos percibieron un llamado a cumplir una tarea en nombre de Dios, y la cumplieron. Dicha tarea tenía que ver con realizar actividades públicas: pronunciarse contra la injusticia, predicar el bien y actuar en consecuencia.

Con frecuencia, la mayoría de las personas nos limitamos a esforzarnos en nuestra vida personal, pero descartamos totalmente actuar para hacer de este un mundo mejor, un mundo que agrade más a Dios. Cuando una persona ha sido bendecida con el conocimiento y favor de Dios, con salud física y mental, con un entorno familiar amoroso, con amigos y gente querida alrededor, ¿qué sigue? Pues pienso yo que la mejor forma de ocupar esos dones preciosos, es ponerlos al servicio de Dios. ¿Haciendo qué? Pues pienso yo que dejando de ser indiferentes ante los problemas de mis vecinos, de mi comunidad, y si me apuran, de mi nación y de mi mundo.

¿Cómo puedo yo contribuir a servir a Dios en este mundo turbulento? Pues la respuesta a esa pregunta pudiera llegar del mismo Dios, el clemente y misericordioso, a quien el hombre es libre de dirigirse, a través de la oración.


Tuesday, July 07, 2015

AMAR A TUS ENEMIGOS

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. Evangelio de Lucas 6:44.

Nunca comprendí esa sentencia de Jesucristo en los Evangelios. Hasta ahora que me he tratado de acercar a Dios y que Dios ha aceptado mi devoción hacia él, creo que empiezo a comprender.

Más allá de nuestras propias faltas, que de seguro todos las hemos tenido, ¿Quién no ha sufrido tener que enfrentar a alguna persona que ha estado celosa, envidiosa u hostil hacia nosotros? ¿Quién no ha sufrido en su vida la aparición de alguien que ha tratado de interrumpir sus planes, dañar sus sueños o desviar su futuro? 

Estar en el camino de Dios, significa sobre todo comprender, así sea poco a poco, cuál es nuestro verdadero cometido en la vida, que es el hacer el bien, en nombre de Dios, el clemente y el misericordioso.

Sin embargo, "amar" a nuestro enemigo no significa premiarlo, o fomentar el mal que nos ha hecho. Nosotros debemos amar a quienes nos han hecho el mal, así como Dios nos ama a nosotros aunque estemos en falta. Pero amar a nuestros enemigos no significa que ellos no tengan que pagar el mal que hayan hecho, incluido el mal que nos han hecho a nosotros. 

Dios ama a todos los seres humanos. Amar a alguien, con amor verdadero, a menudo significa tener que aplicarle la justicia si eso es necesario. Dios no permite por ningún motivo que las personas que hacen el mal, se salgan finalmente con la suya, sin castigo y sin consecuencias que le permitan conocer el alcance de su mal. Amar a nuestros enemigos significa, sin ira, esperar que la justicia de Dios se manifieste, sin desazón y sin pensar que el papel de justicieros nos corresponde. 

Así que no te aflijas ni te apures si has sufrido el mal de manos de tu prójimo, de tus conocidos, de parientes, y aún de personas que en otro tiempo se llamaron tus amigos. Dios tiene reservada su justa recompensa de acuerdo a la actuación de cada quien. Eso es amor. 

Amemos a nuestros enemigos, como éstos son amados por Dios, el clemente y misericordioso.

DIFERENTES PALABRAS PARA EL AMOR

¿Como exactamente debemos expresar nuestro amor a nuestros enemigos? La clave está en la palabra exacta que usó Jesucristo --los Evangelios vertieron al griego las palabras de Jesús, quien hablaba arameo--.

Muchos idiomas antiguos tienen diferentes palabras para describir la experiencia del amor. En español y la mayoría de los idiomas modernos, se usa la palabra amor para describir diversas formas de expresar dicho sentimiento, pero idiomas como el griego, el hebreo y el árabe son algo más sofisticados para hablar de la experiencia amorosa.

En griego antiguo --el idioma en que se escribieron los Evangelios-- se usan varias palabras para el amor; en el Nuevo Testamento se suelen usar las siguientes palabras:


  • Eros: el amor erótico, primordialmente sexual y que está dirigido al fin último de la reproducción pero también al placer sexual.
  • Filia (Philia): El amor fraterno, es decir el amor entre hermanos de carne, pero también entre hermanos de alma (amigos).
  • Agape: El filósofo Roman Krznaric define así este término: "Agape era (en griego) el amor que se extendía a todas las personas, ya sea miembros de la familia o extraños. Ágape fue posteriormente traducido al latín como caritas, que es el origen de nuestra palabra 'caridad'. El filósofo C.S. Lewis se refería a este como "el amor regalado", la más alta forma del amor cristiano, y que también incluye el amor a Dios. Pero el concepto también aparece en otras tradiciones religiosas como en la idea de metta o "el amor universal bondadoso" en el Budismo Theravada".

La palabra utilizada en Lucas 6:44 para traducir "Amad a vuestros enemigos...", que es la traducción al español conocida como Reina-Valera, es agape. Es decir, debemos amar a nuestros enemigos y ese amor, sin que sea un amor demeritado, está más cercano a la palabra "caridad", que también es cercana a la clemencia y a  la compasión.

Por eso decíamos más arriba que el amor verdadero, a menudo implica aplicar o esperar la justicia cuando sea necesario. Desear que a nuestros enemigos los alcance pronto la justicia --divina sobre todo, pero también humana, si es el caso-- significa darles nuestro amor.



Sunday, July 05, 2015

El sentimiento de culpa

En estos días de mañanas soleadas y de lluvias vespertinas, con noches de luna menguante, hago la siguiente reflexión: Nunca he creído en el sentimiento de culpa que es propio de la religión cristiana. La cosmovisión cristiana empieza y termina con el sentimiento de culpa. 

Por el pecado original de Adán y Eva, todos los seres humanos estamos condenados, es por eso que Jesucristo vino a "salvarnos". 

¿Hay una alternativa a esa interpretación de la expulsión del Paraíso? Puede ser que sí. La historia de Adán y Eva ilustra en realidad la gran dificultad del hombre de obedecer a Dios, aunque el obedecerlo pareciera, por sentido común, lo mejor para nosotros mismos.

En lo personal, pienso que la tarea de la religión debe ser distinta a la de cargar al hombre con un sentimiento de culpa. Como traté en mi post anterior, para el Islam, la historia de Adán y Eva no es interpretada como el origen o explicación del "pecado original". Es decir, a diferencia de la visión en el cristianismo, los seres humanos no somos "seres caídos en el pecado".

Simple y sencillamente, somos creaciones de Dios, hechos a su imagen y semejanza, es decir, somos seres libres, capaces de crear, de tomar decisiones, de acuerdo a nuestra propia capacidad. Somos enteramente libres, autónomos, ¡Qué alegría¡ ¿No es así? Qué visión de las cosas tan diferentes del pensarnos como seres "caídos" en el pecado.

A pesar de ser seres libres, Dios no nos ha dejado solos. Dios nos ha dado una serie de mandatos, contenidos en la mayoría de las religiones. El mandato principal, el más importante, es seguir el camino señalado por Él.

Alejarse o acercarse a Dios, esa es la cuestión.

Todas las vidas humanas, todas y cada una de las vidas de los miles de millones de seres humanos que hemos existido en la historia del mundo, se resumen en historias individuales del esfuerzo por cumplir la voluntad divina. Algunos claudican en ese esfuerzo, algunos claudicamos o vacilamos en algún punto del camino.

Pero no podremos pensar eso si seguimos pensando que el hombre es un "ser caído en el pecado", o que Dios es un ente celoso del ser humano, y que contiene maldad. 

La verdadera entrega y sumisión al creador, el clemente y misericordioso, es lo único que puede dar sentido a nuestras vidas y llevarnos a experimentar otro tipo de vida, muy diferente al tipo de vida que los seres humanos, en soledad, hemos trazado y hemos sido capaces de concebir.

La vida espiritual, la vida en el camino recto no es algo reservado a los sacerdotes, a los monjes, ni a los así llamados "santos" de la Iglesia. Es un camino que todos deberíamos experimentar. Tampoco es exclusivo de personas de mayor edad o ancianos. Todos, desde jóvenes, desde niños, deberíamos conocer el verdadero amor y la misericordia de nuestro creador.

¿Y EL PECADO?

No podemos andar por la vida sintiéndonos culpables por tener pensamientos "impropios" o "pecaminosos". Dios no castiga a nadie por tener pensamientos de cualquier tipo: pueden ser pensamientos de odio, de deseo sexual, de ira y/o destrucción. Como seres humanos, seres creados e imperfectos, llevamos una inclinación hacia la maldad. Sino fuera así, no estaríamos equipados para tomar nuestras propias decisiones.

Sin embargo, Dios no castiga a nadie por tener pensamientos. Lo importante es no actuar en consecuencia de pensamientos malos.

Por otro lado, el castigo por caer en el pecado viene por sí sólo. Cuando alguien actúa mal, cuando una persona miente, roba, destruye, mata, engaña, hace mal uso de su sexualidad, abusa de los placeres, hay un castigo que no necesariamente tiene que ser divino. Cuando una persona actúa mal, por ejemplo, haciéndole daño a otra persona --mintiendo, robando, matando etc.--- el infractor debe cargar con las consecuencias de sus crímenes, ya sean estas consecuencias enfrentar a la justicia humana, o estar huyendo toda la vida. Incluso las infracciones menores --mentir en cosas "sin importancia", robar "poquito", lastimar etc.-- acaban por revertirse al infractor. 

Así que actuar con maldad tiene consecuencias morales, legales e incluso físicas, que el infractor debe de enfrentar. Incluso si el infractor cree haber podido escapar al castigo, existe sin duda un tipo de justicia que actúa a través del tiempo.

¿Está Dios involucrado en hacer justicia, es decir en castigar a los infractores? Seguramente sí, porque eso es lo que dicen los libros sagrados. Además, ¿Cómo saber si a la hora de la muerte hay que rendir cuentas de todo lo que hemos hecho? ¿Tú te arriesgarías?

Pero Dios no desea que hagamos el bien sólo por el miedo al castigo, sino por la recompensa, que es el placer de amar y ser amados por el señor del universo, aquí y ahora, y no en algún momento intpdeterminado, en algún futuro que no existe.


Thursday, July 02, 2015

La cuestión de la maldad (I)

Hoy día de Luna llena, en el mes del Ramadán, reflexionaré aquí sobre el problema del mal. En estos tiempos modernos, usualmente se estudia la cuestión de la maldad desde la psicología, o "ciencia del alma", pero pensar en la maldad como un problema espiritual, creo yo, permite darle a las reflexiones sobre ello un tono mucho más universal.

Por espiritual me refiero al ámbito que toma en cuenta la existencia de Dios, la religión, y la experiencia humana de estos.

¿Qué es la maldad? ¿Existe la maldad en la naturaleza? Las fuerzas naturales pueden causar la mayor destrucción. ¿Son por eso malas? Existen escuelas religiosas que piensan que existe la maldad en el universo, es decir en la creación de Dios. Para efectos de este post, vamos a dar por hecho que el universo tiene un creador y ese creador es Dios. Desde esa posición es como consideraré aquí el problema del mal.

Voy a recurrir al libro del Génesis de la Biblia. Recordar que la Biblia es un libro sagrado para tres grandes religiones de alcance mundial, es decir para miles de millones de seres humanos. En el relato de la creación del universo, se describen los actos de creación de Dios y luego se habla sobre sus exclamaciones respecto a cada cosa creada: "Y vio Dios que era bueno".

"Dios creo al universo, y entonces Dios vio que era bueno", es como podemos parafrasear el acto creativo primordial divino, según la Biblia. Así que no, la maldad no existe en el universo, si nos atenemos a los libros sagrados.

Fuera de los libros sagrados, hay, como mencioné, escuelas religiosas que consideran que existe en el universo una fuerza intrínseca maléfica, al grado de que algunas postulan que el mismo creador es un ser malvado y cruel. Si el creador del universo es malvado y cruel, entonces qué terrible angustia es existir en este mundo ¿O no? Volveremos sobre estas ideas, y cuál es el origen de las mismas.

'Y VIO QUE SU CREACIÓN ERA BUENA'

Como una religión que sigue a los libros sagrados, el Islam postula y acepta precisamente un universo "bueno".Voy a transcribir la exposición de esta idea a cargo de un personaje de la novela Sumisión, del escritor francés Michel Houellebecq, recientemente publicada:
"Mire --prosiguió--, el islam acepta el mundo, y lo acepta en su integralidad, acepta el mundo tal cual, para hablar como Nietzsche. El punto de vista del budismo es que el mundo es dhukkha: inadecuado, sufrimiento. El cristianismo por su parte, manifiesta ciertas reservas: ¿acaso no se califica a Satán de "príncipe de este mundo"? Para el islam, en cambio, la creación divina es perfecta, es una obra maestra absoluta".

Muy bien, pero si la creación es perfecta ¿Por qué existe el mal? ¿Por qué existen seres capaces de una gran maldad? ¿Están las respuestas a estas preguntas en los libros sagrados? Veamos.

EL HOMBRE FUE CREADO LIBRE

De todas las creaciones de Dios, el hombre fue creado "a imagen y semejanza de Dios", dice el Libro del Génesis. Hay muchas interpretaciones de esta frase, pero podemos pensar que se refiere a que el ser humano es libre en su voluntad, tal como Dios lo es. Ningún otro elemento de la creación divina en la naturaleza es libre en su voluntad. Los animales están guiados por sus instintos, los elementos de la naturaleza obedecen a leyes precisas. Pero el hombre es libre en sus actos por sí.

Dios pues, no puede obligar a su creación, hecha "a su imagen y semejanza" a actuar de tal o cual manera. Porque además de inteligencia, razón y juicio, --e instintos también-- el hombre tiene voluntad, el famoso "libre albedrío". Si el hombre estuviera programado para actuar de forma tal que siempre complaciera a Dios, entonces no estaríamos hablando de un ser semejante a Dios. Sería más como un ser instintivo, más parecido a un robot.

Entonces el hombre tiene la facultad de eligir su camino. Dios pone ante el ser humano la alternativa de actuar de acuerdo a su voluntad y mandatos, pero no puede ser obligado. Justamente, los libros sagrados, contienen un tema principal, que es la dificultad del hombre, o tal vez debamos decir, la decisión constante del hombre de irse por otro camino, distinto a la voluntad de Dios.

El relato de la creación de Adán y Eva, y de su expulsión del Paraíso, contiene todos los elementos para reflexionar y explicar el origen y la naturaleza de la maldad.

EL FRUTO DEL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL

El Libro del Génesis de la Biblia hebrea --el Antiguo Testamento como lo llaman los cristianos-- es considerado sagrado por tres grandes religiones. En el mundo Occidental, mayormente cristiano, se piensa que el relato de la expulsión del Paraíso es un relato histórico y se le menciona como "la caída del hombre en el pecado". También se considera que la falla de Adán y Eva, condenó a todos sus descendientes a sufrir las consecuencias de ese "pecado original", y las consecuencias son el sufrimiento, la maldad y la muerte.

Pero la interpretación del "pecado original" pertenece sólo al mundo cristiano. Ni la religión judía, ni el Islam, interpretan el relato de la expulsión del Paraíso como un hecho necesariamente histórico, ni como una "caída del hombre" ni como la causa del "pecado original".

Demos la vuelta a la interpretación y postulemos en cambio que el relato es un cuento, un mito, una alegoría, una fábula. A fin de cuentas, lo que sí es seguro y que nadie puede negar, es que se trata de literatura; si constituye hechos históricos o no, es un problema diferente.

Como relato literario, sea historia factual o cuento, sin duda contiene lecciones: Adán y Eva reciben todos los dones de la creación divina, pero Dios les da un mandato, les ordena no comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. La serpiente entonces se acerca primero a Eva y la hace dudar de Dios. Le dice que Dios está celoso de su creación, la pareja humana, y que no desea que sus integrantes se vuelvan como él, poderosos e inmortales. Recordemos que al principio de este post decíamos que hay escuelas religiosas que postulan que el creador es iracundo, envidioso y malvado. Bien, pues justamente esas afirmaciones son las de la serpiente.

¿Qué o quién es la serpiente? El relato del Génesis no lo aclara. En el mundo cristiano se piensa que la serpiente es Satanás, un ángel rebelde que es mencionado más adelante en las escrituras. Pero de nuevo, si pensamos el relato como lo que es, literatura, entonces podemos pensar que la serpiente es un símbolo, puede ser el símbolo de deseos y ansias que tiene el ser humano en su interior. En muchas culturas antiguas la serpiente es presentada como un símbolo de la sabiduría. ¿Es la serpiente un símbolo de sabiduría que se piensa a sí misma independiente de Dios?

La desobediencia de la pareja primordial es pues, el principio y origen del mal, o la maldad que debe sufrir el ser humano. El mal pues, proviene de la desobediencia a Dios, al pensar que el hombre puede vivir sin Él, y conocer toda la verdad por sí mismo.

¿Cómo se relaciona esta decisión del hombre de acceder por sí mismo a un conocimiento prohibido , o limitado, con los actos malvados de los que todos los seres humanos somos capaces?

La maldad pues no es natural, no es una propiedad de la creación divina, sino que la maldad es humana, y es consecuencia de la voluntad libre de los seres humanos.  Como seres humanos, tenemos la facultad de decidir libremente nuestras acciones, o más bien, el sentido de las mismas. La primer gran decisión a la que se enfrenta el ser humano es la de seguir el camino señalado por Dios, o seguir caminos diferentes a ese.

En el siguiente post abundaré más sobre los actos malvados y sus alcances.