Tuesday, October 20, 2015

¡Oh, mi vida se ha volteado de cabeza! (I)

Días frescos, a veces fríos, a veces cálidos, de inicios otoño. Primeros días del año del calendario sagrado, hoy en el cuarto menguante del mes Muharram, quisiera compartir un poco cómo ha cambiado mi vida en meses recientes.

Durante mi ya larga existencia, intenté  acercarme a varias religiones, principalmente a mi religión de nacimiento; nací en una familia católica. Más tarde en mi vida, fui invitado a entrar a iglesias protestantes, y a los Testigos de Jehová, que más bien son una especie de culto gnóstico, intento-de-cristianismo-temprano; ya en edad universitaria, hice un intento por volverme practicante de la rama budista de la religión védica; hice una pequeño incursión al culto a la Santa Muerte (¡uy!); quise ser un agnóstico racionalista, postulante de la filosofía existencialista y del hedonismo moderno; pretendí ser un cosmopolita culto, ferviente creyente en el liberalismo democrático, pero con sus guiños a las ideas de justicia social en la tradición de Karl Marx...

En ninguno de todos esos intentos, ninguno de esos sistemas de creencias o de fe, me recibió en su seno, o más bien nunca permití que entraran hasta abarcar toda mi vida y volverse parte de mi identidad. Ninguno de estos credos entró a mi vida con alguna fuerza incontenible.

Ese era el estado de mi vida, en cuanto a mi fe, cuando a  finales del año pasado, sufrí un fuerte golpe financiero, debido a que deposité buena parte  de mi capital en una empresa que resultó ser un esquema fraudulento. Al día de hoy sólo recuperé migajas y está por verse si recuperaré poco más. Esa experiencia hizo que deseara yo buscar ayuda, protección contra la desgracia, o más bien, contra sentirse perdido y sin salida ante las desgracias. Pensé mucho en el mal del mundo, en la muerte.

Estaba dispuesto a creer lo que fuera con tal de vencer dentro de mí, la fuerte decepción y el absurdo en que se había convertido parte mi vida: trabajar y ahorrar durante meses o años, para que venga un vivales a quitarte tu dinero. Eso es una experiencia transformadora, tienes esa experiencia, o cambias  o te suicidas o algo peor. Por fortuna, aunque no dejaba de hacer cosas mundanas, mi corazón se volvió hacia la espiritualidad. 

Pensé mucho en la muerte, y en lo que hay o no hay detrás o después de ella. Pensé en el Creador, en aquel que tiene las llaves del tiempo, porque sólo Él sabe qué fregada cosa es el tiempo. Al día de hoy, además de Él, nadie que yo sepa, lo sabe.

Me volví pues una persona más espiritual. El otro día leí un "meme" en Facebook que citaba a un filósofo indio -- del país India-- que decía que le daban pena las personas religiosas, porque necesitaban a la religión para ser buenas personas. Pues tiene razón, Al menos si consideramos mi caso. Pensé pues, en la muerte y en cómo está nos iguala a todos los seres, y pensé que no hay mayor justicia palpable y segura ¿Cómo vamos a morir cada uno? Esa es la gran incógnita, que la mayoría preferimos no saber ni imaginar.

Me reconfortó pensar en cosas espirituales, y ahí iba yo, recomponiendo mi vida, hasta que llegó el día del equinoccio de Primavera pasado. Me pasó algo que me rompió el corazón, y lo peor de todo es que me di cuenta, que no hacía mucho, había yo causado la ruptura de otro corazón --no el mismo que me lo rompió a mi--. 

Era demasiado, No me iba morir por un fracasó más, pero tendí a pensar que la vida carecía de sabor, y ya de esperanza de lograr cosas que valieran la pena, al menos para mí. 

En esas estaba, y fue entonces que se me apareció Jesucristo....

Digo que se me apareció porque lo veía, en diferentes imaginadas versiones, a todas horas en la TV, en películas, en documentales, en programas de conversación. Esto porque era la Semana Santa, y yo debía guardar cama por una infección laringea bastante severa; fue entonces que vi a Jesucristo aparecer, visiblemente, --en representación pues-- por todos lados.

Pensé, como siempre lo he pensado, que Jesucristo fue un hombre, un iniciado en el conocimiento de Dios, que siguió su conciencia, proveniente sin duda de la inspiración divina, en cada momento de su ministerio público. Siendo hombre, un hombre joven, sin tanta experiencia, sus acciones resultaron en un enfrentamiento con el poder en el que no sobrevivió. Fanáticos religiosos, sectas, política partidista, sátrapas depravados y un poder imperial en medio de todo, era lo que se necesitaba para que Jesús fuera apresado y muerto.

Siempre me costó trabajo creer que ese hombre era el mismísimo Dios, el Creador. Cuando era niño, mi mamá nos compró, a mi hermano y a mí, una enciclopedia de historias bíblicas. Me gustaban mucho las historias de la Biblia, especialmente el Génesis y el Exodo. Pero después de las primeras historias, dejé de entender. ¿Cómo es que Dios tenía en realidad un hijo que decidió enviar al mundo para que muriera y así salvar a toda la humanidad? De acuerdo, es una historia linda, pero nunca me hizo mucho sentido, en vista de lo que la Biblia decía sobre Dios desde el principio.

Sólo recuerdo que en la Iglesia, en las clases de Catecismo, me decían que había que creer y que si lo del Padre-Hijo-Espíritu Santo era difícil de entender, era porque se trataba de un misterio insondable. Yo trataba de creer en Jesucristo, y en lo que decía la Iglesia, en serio, pero en el fondo todo me parecía un invento. Sobre ese tiempo, recuerdo el día anterior a mi Primera Comunión, día en que tuve que confesarme ante un sacerdote por primera vez en mi vida. Yo sentía muchos nervios, aunque lo que no tenía eran grandes pecados a los 9 años, a decir verdad. Me presenté ante el sacerdote, que no usaba un confesionario con celosía, sino sólo un reclinatorio, donde yo, hincado, pudiendo mirar al "padre", confesaba avergonzado mis pecados, mientras el "padre" se sacaba la mugre de las uñas de sus gordos dedos, con un artefacto para arreglar uñas. Lo recuerdo perfectamente. Ya se imaginarán... Hice mi Primera Comunión, pues entonces no me mandaba solo, pero jamás me volví a confesar, y jamás volví a tomar en serio a la Iglesia católica. No es que me volviera un ateo, eso jamás, más bien me volví indiferente. Debí haberle enviado a Roma una carta de queja dirigida al Papa de aquel tiempo --Juan Pablo II-- diciéndole que su "empleado" me había dejado una impresión pésima de su "empresa", en vista de lo cual dejaría de requerir los servicios de dicha "compañía" milenaria y transnacional.

Volvamos ahora a la Semana Santa pasada. Decía que pensé entonces mucho en las enseñanzas de Jesucristo, en el Evangelio, sin duda vivificantes como agua de primavera. Pero ¿Por qué si recientemente había querido acercarme a Dios, no podía hacerlo a través de Jesucristo por más que me esforzara? ¿Por qué? 

Continúa en el siguiente post.

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En el nombre de Dios, el clemente, el misericordioso - بِسْمِ اللهِ الرَّحْمٰنِ الرَّحِيْ

La paz de Dios sea contigo - السلام عليكم


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