Thursday, October 22, 2015

¡Oh, mi vida se ha volteado de cabeza! (II)

Hermosos días de otoño, en los que continúo con mi relato sobre mis experiencias de fe en los últimos meses.

¿Quién es Jesucristo, la paz sea con él, a todo esto? He visto muchas casas y negocios católicos, acá donde vivo, en el Altiplano del centro de México, que tienen en sus paredes retratos de hombres jóvenes, muy guapos, con aspecto de modelos, europeos, vestidos con túnicas y rodeados con halos, indicando que se trata de Jesucristo.

¿Es ese, Jesucristo? Obvio que no. Probablemente lo que esas personas tengan en sus altares sea algún joven español o francés que decidió a posar para representar a Jesucristo.

Lo más probable es que Jesús no haya tenido ese aspecto. Un hombre de la Palestina de hace 2,000 años más probablemente era moreno, quizá hasta lo describiríamos como una persona de raza negra, aunque al respecto no se puede tener la seguridad. Jesucristo, además, hablaba arameo que es un idioma estrechamente emparentado con las lenguas hebrea y árabe. Y vestía con ropas que hoy identificamos con las de los árabes tradicionales o personas de Oriente medio.

Después de haberme reencontrado con Jesucristo, en la Semana Santa pasada, como escribí en mi último post de este Blog, decidí que más que preocuparme si Jesucristo es Dios, si Jesucristo es como lo describe tal o cual iglesia, lo que es verdaderamente importante es leer lo que sobre Jesús se dice en los Evangelios, y después tratar de imitar a Jesucristo. En lo poco que cada uno de nosotros --en mi caso, yo mismo-- nos alcance para imitarlo. ¿Qué otro ejemplo, qué otro modelo de vida más perfecto y elevado que el de Jesucristo? Para mí, ahí está una de las grandes respuestas a una de las más grandes preguntas que se han hecho los hombres. ¿Cómo debo vivir? ¿Hacia dónde debo conducir mi vida? Para mí, la respuesta es: imita a los mejores hombres que han existido, pero de verdad, que sean los mejores. Y Jesucristo es sin duda uno de los mejores, y quizá el mejor, el más grande o de los más grandes en cuanto a los servidores de Dios.

Decía que, estando en cama por enfermedad, siendo la Semana Santa, vi algunos documentales y representaciones de Jesús, su obra y Pasión, pero también leí lo que tengo en casa, incluido el Evangelio y otras obras de referencia, además de navegar la internet.

Indagando aquí y allá, leí que los evangelios canónicos (Marcos, Mateo, Lucas y Juan) fueron escritos entre 80 y 100 años DESPUÉS de la muerte de Jesús. También leí --aunque ya lo sabía a decir verdad-- que estos cuatro libros fueron escritos en GRIEGO, el cual no es el idioma en que muy seguramente Jesucristo impartió sus enseñanzas al pueblo que se acercaba a escucharlo. Es muy importante leer los documentos importantes EN SU IDIOMA ORIGINAL. Esto es aún más importante cuando se trata de libros sagrados. Desafortunadamente esto es algo muy difícil de hacer. Así que resulta que muy pocas personas han leído los Evangelios en su idioma original, el griego, y aun más, dicho idioma ni siquiera era la lengua vernácula de Jesucristo... Y esto no es poca cosa si tomamos en cuenta que el Evangelio de Juan llama a Jesucristo, "la palabra" de Dios, "el logos" (λóγος ),  así que bueno, sí es importante qué palabras pronunció Jesucristo y en qué idioma en específico, creo yo. El trabajo de traducción  ha sido fenomenal y de suma importancia y controversia a lo largo de la historia.... Y sin embargo rara vez se habla de esto.

Después de que murió Jesucristo, la fe que él profesaba, la tradición de la que él provenía, siguió siendo mantenida, y aún más difundida, por distintos pueblos.

Los judíos que aceptaron las enseñanzas de Jesucristo siguieron su propio camino hasta constituir, al paso de los siglos, con la unión de personas no-judías, la religión cristiana. Mientras que los judíos que vieron a Jesucristo como un falso mesías, siguieron manteniendo su fe con un gran tesón, sufrieron múltiples desgracias, como la destrucción de Jerusalén por los romanos (en el año 70 d.C.), y al día de hoy constituyen lo que se conoce como la religión y el pueblo judíos.

Pero hubo un tercer grupo de gentes, constituidas por pueblos parientes del pueblo judío o hebreo, habitantes de los desiertos alrededor del Jordán, y de los desiertos de Arabia. Estos pueblos hablaban lenguas emparentadas con al arameo y el hebreo y en general eran pueblos que, aunque conocían la escritura, su tradición era oral. Dicen de los antiguos árabes que estos conocían poemas muy bellos y muy largos y que en todos los grupos de pobladores, y en todas las caravanas itinerantes había hombres que sabían de memoria y recitaban estos bellísimos poemas, en las largas noches del desierto.

Este pueblo que hablaba árabe mantuvo en sus relatos orales la preservación de las historias de los antiguos profetas, su enseñanzas y las vicisitudes del pueblo de Dios, desde su salida de Egipto, pasando por el exilio en Babilonia y por las dos destrucciones de Jerusalén. Y contrario a los judíos que rechazaron las enseñanzas de Cristo, este pueblo árabe mantuvo la memoria y las enseñanzas de Jesús, o Isa (يسوع‎), como se le dice en árabe.

Pero las diferentes tribus árabes habían integrado a su fe, dioses numerosos y diferentes que tomaron de los pueblos vecinos. De alguna manera, la fe de los antiguos profetas, la fe en  un solo Dios todo poderoso había degenerado en una fe politeista. Esto fue así por mucho tiempo, pero aún en medio de todos esos dioses, los duros árabes mantuvieron la memoria y la tradición de los servidores y mensajeros del gran Dios único.

Tuvo que llegar otro hombre, otro mensajero y servidor de Dios, otro hombre ejemplo y modelo de vida, con todo y ser pecador, un árabe en este caso, que diera a los hombres la palabra divina que ponía en claro, rescataba y legaba para la posteridad las enseñanzas de los profetas, incluido en estos, a Jesucristo, ya no en un idioma foráneo --el griego-- sino en un dialecto del idioma vernáculo de Jesús.

Este hombre lleva por nombre Muhammad (محمد), la paz sea con él, y fue el encargado de transmitir la palabra de Dios a los hombres. Esta vez de una forma directa, no por inspiración sino por revelación directa.

¿Pero era esa clamada revelación algo que realmente provenía de Dios? No se puede saber con seguridad, porque esto se trata de fe. Sin embargo, la fe no excluye el uso de la razón, así que traté de poner a prueba este hallazgo mío para mi vida.

Ya había yo dicho, como mencioné al principio de este post que tenía la intención de seguir los pasos de Jesucristo, de caminar con él, de imitarlo, en todo lo que fuera posible, si bien iba a ser una tarea muy difícil, en la que mi voluntad seguramente no dejaría de flaquear, y que además seguramente enfrentaría dudas sobre la mejor forma de seguir a Jesús.

Y comprobé entonces que había en las palabras transmitidas por Muhammad, una forma práctica, cierta, sólida e inesperada, de intentar imitar a Jesús.

Continúa en el siguiente post

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En el nombre de Dios, el clemente, el misericordioso - بِسْمِ اللهِ الرَّحْمٰنِ الرَّحِيْ

La paz de Dios sea contigo - السلام عليكم

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